¿Comienza una nueva era?
Todos los recambios de gobierno generan cierto nivel de incertidumbre respecto del futuro, sin embargo este recambio viene una certeza, la certeza del ajuste.
Esta es una situación reconocida como crítica por grandes porciones de la ciudadanía, lo que se avecina probablemente sea un proceso bastante duro. Con lo cual da la sensación de que más allá de las celebración de los 40 años de la democracia, hay un nivel de preocupación importante por parte de una enorme mayoría de la sociedad con lo que puede llegar a venir.
Es percibido casi como una certeza qué lo que viene en el corto plazo va a ser peor, van a pasar cosas complejas, va a ser más difícil llegar a fin de mes. Son emociones que atraviesan a la asunción de Javier Milei.
Por otra parte es un proceso de asunción histórico porque con su autodefinición de libertiario (hay que ver que sucede en términos de realpolitik luego) ha llevado a que gran parte del mundo mire hoy a Argentina mucho más de lo que se la miraba hace tiempo.
¿Cómo se lo ha visto a Milei en estas últimas semanas previas a la asunción?
Retomo la frase de un colega en la que dice “la política es para profesionales”, si bien es una frase polémica, pero es muy interesante que plantea que el propio posicionamiento de Mieli, como un outsider, rodeado de figuras sin demasiada experiencia política inicialmente, con fuertes características visuales pero escasa experiencia de gestión, ha virado en esta última etapa hacia un castigo a lo propio y una apertura hacia figuras con mayor experiencia política.
Es un proceso de dar practicidad a eso que el planteo en la campaña electoral como posiciones dogmáticas o principistas. Se ha visto en una Victoria Villarruel que finalmente va a tener espacios mucho menores de los que ella quería.
En el contexto de las propuestas de campaña hay que pensar la estrategia que política que tomará, una es que vaya a fondo con sus propuestas pero generando grandes riesgos en términos sociales y otra estrategia es la de negociador duro, ir a fondo y luego bajar la intensidad para lograr apoyo legislativo.
¿Qué pudimos ver en la asunción?
Es interesante ver el análisis discursivo de la asunción de Milei, arranca con un discurso fundacional o de refundación haciendo referencia a que una etapa termina y otra comienza. Luego hace referencia a una situación que él describe como terminal, que hace imprescindible la toma de medidas inevitables y que implican un proceso de sufrimiento que va a existir, con muy pocas pizcas de esperanza.
Claramente plantea una situación apocalíptica, de shock. Plantea cuestiones que no son una buena noticia, y la gente le aplaude. ¿Por qué? Porque expresa la molestia ciudadana.
Por otro lado es relevante mencionar que es un gobierno que nace institucionalmente débil, 7 senadores, alrededor de 30 diputados, minorías aplastantes. Pero nace en un contexto de opinión pública aplastante.
El en su discurso habla de populismo, si bien la palabra adquiere diferentes sentidos dependiendo quien la describa, hay una definición que implica que el populismo es una mirada que saltea las instituciones para tomar contacto directo con la ciudadanía. Son medidas que intentan saltarse la representación. No usan a las instituciones de intermediarios, en parte se debe a su debilidad institucional.
¿La debilidad institucional no obra en contra de la actitud de lograr apoyos políticos?
El objetivo es llevar a cabo su plan de gobierno, los caminos son muchos. Algunos tienen que ver con lograr un acuerdo institucional amigable con el congreso, y otros tienen que ver con que la ciudadanía o la opinión pública esté en contra del congreso.
Milei usa la estrategia del negociador duro: pongo el límite allá y me tenes que dar cosas para traerlo más cerca.
Los discursos de asunción son discursos que deben sobrevivir al tiempo.
Con lo cual debe haber una buena praxis comunicacional, no deben hacerse anuncios. Por qué lo que hoy es agenda en 10 años no va a existir. Es un momento para dar grandes lineamientos, no anuncios.
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